26 Sivan 5782

“Concediendo peticiones, no caprichos”

Grabacion: https://youtu.be/0YSFh2BYDIw

Al leer la porción de esta esta semana, Shelaj Leja, “envía para ti”, he descubierto cuán engañosas son nuestras intenciones, y cómo éstas pueden afectarnos de manera negativa, debido a que las intenciones pueden distorsionar y confundir nuestras peticiones, por lo que debemos de ser sabios sobre qué pedimos, ¿por qué o para qué pedimos? ¿cómo pedimos? Y sobre todo, cuándo pedimos. 

Para ejemplificar lo anterior, el Rab Yeshúa responde a cierta petición de sus talmidim descrita en el libro de Marcos y Mateo, increpándoles: ¡No sabeís lo que pedís! Y esta declaración que es muy profunda, está vigente hoy en día. Nos hemos acostumbrado a vivir en una sociedad llena de exigencias a los gobiernos, a las empresas, al prójimo, a instituciones, a los padres, etc. en donde somos nublados por nuestros “derechos” que damos por sentados. 

Decía Jacobo en su carta, “Y, cuando piden, no reciben porque piden con malas intenciones, para satisfacer sus propias pasiones” (Yaakov 4:3), y hoy en día las peticiones que usualmente se escuchan son aquellas que son sacadas de su contexto bíblico como “Clama a mí, y yo te responderé” sin añadirle “y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces”. (Jeremías 33:3) o Yeshua diciendo “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.” (Mateo 7:7) las oraciones y peticiones se convierten en exigencias. Esto hace preguntarme, ¿Realmente nuestro Boré Olam se debe a nosotros o nosotros nos debemos a Él? Recuerdo haber estado en una Iglesia en donde escuchaba al predicador decir: “Demándele a Dios para que escuche su voz (la mía)”, y realmente me pregunté en esa ocasión, ¿puedo demandar algo al Eterno? ¿no está fuera de tono esto? Parece ser que hemos convertido a nuestras plegarias a un listado de peticiones por los “mis, mes, conmigo, para mí, por mí, etc.” y lo que es peor, pidiendo para satisfacer a nuestro interés personal, lo cual, puede jugar en nuestra contra. 

En efecto de esto trata nuestra porción, Hashem nunca pidió que enviarán exploradores a la tierra que Él ya había entregado al momento de este episodio que sería de Israel (Génesis 12:7; 13: 15-17; 17:8; 24:7; 26:3-4; 28:13; 35:12; 48:3-4; 50:24-25; Shemot 3:7-8; 6:4; 13:5; 23:31; 32:11-14; 33:1-3; Bamidbar 34:1-12; 11:10-12; 13:1-2), para ejemplificarlo es como cuando se recibe un título de propiedad, pero aún no ha tomado posesión de dicha propiedad, el título ya nos hace acreedor de una promesa de propiedad, y lo que hace falta es que hagamos nuestra parte, es decir, firmar los documentos y aceptar dicha propiedad. Por lo tanto, podríamos decir que el envío de los exploradores fue un acto “innecesario” y una “petición” concedida, la cual no fue una buena idea, porque Dios ya había entregado el título de propiedad a su pueblo, sólo faltaba tomar posesión de ella. 

Hoy en día, ¡Cuantas plegarias son contestadas por el Eterno favorablemente las cuales no son necesariamente su voluntad y traen consecuencias desastrosas! Recuerdo amigos que habían pedido a Dios les concediera un coche, ¡lo obtienen, y en el mismo coche murieron! Otros que pidieron negocios prósperos pero que perdieron a sus familias, u otros que pidieron una esposa según su “parecer” y terminó en divorcio su relación, en fin, no salieron bien de todo lo concedido debido a que como explica Yaakov pidieron para “satisfacer sus propias pasiones”. 

El problema de basar nuestras peticiones en las pasiones es que la pasión, según la Asociación Americana de Psicología[1] es “un sentimiento o convicción intensaimpulsor o abrumador. La pasión a menudo se contrasta con la emoción, en el sentido de que la pasión afecta a una persona reacia; también puede ser un intenso deseo sexual o un fuerte entusiasmo o devoción por una actividad, objeto, concepto o similar”. Israel, según vemos estaban apasionados con la idea de volver a Egipto como leímos en la porción de la semana anterior Behaatoleja, en donde deseaban retornar a Egipto por el deseo de comer carne, y no comer maná. De hecho, el Salmo 106 explica los pasos que Israel cometió para degradarse: V21 “Seolvidaron del Dios que los salvó”; V.24 “Menospreciaron esa bella tierra”; “no creyeron en la promesa de Dios”; V.25 “Refunfuñaron en sus tiendas de campaña” “y no obedecieron al Señor” V.28 “cometieron idolatría” V.29 “Provocaron al Señor con sus malvadas acciones” y luego leemos cómo decidieron mezclarse, contaminarse y emular las acciones de otros pueblos. 

Entonces, los frutos de haber hecho una solicitud a Moisés innecesaria fueron 40 años vagando en el desierto con una generación muriendo en el desierto, como leemos en Devarim 1:22 y 1:34-35, Leemos que la petición fue: “Enviemos antes algunos de los nuestros para que exploren la tierra y nos traigan un informe de la ruta que debemos seguir y de las ciudades en las que podremos entrar”, Y la consecuencia de dicha petición fue: “Cuando el Señor oyó lo que ustedes dijeron, se enojó e hizo este juramento: “Ni un solo hombre de esta generación perversa verá la buena tierra que juré darles a sus antepasados”. 

Si leemos detenidamente, desde un inicio Israel vio una posibilidad de no entrar en la tierra cuando dice que querían un reporte de aquellas ciudades en las que podemos entrar, ¡cuando el Eterno dijo que toda la tierra (incluyendo sus ciudades) sería de ellos! También, de manera indirecta estaban despreciando al Eterno, porque dice que “los hombres nos digan la ruta que debemos seguir” cuando se había visto desde Egipto hasta ese momento que el Eterno los guiaba, no sin dejar de mencionar que “el informe de los exploradores” sería más valioso que la palabras y promesas del Eterno desde Abraham hasta esa generación…. Es decir, es más valioso la “opinión del hombre que los dichos del Eterno”. ¡Cuántas veces he cometido este mismo error! Al leerlo no soy mejor que aquella generación, y hoy en día es más sutil, pero es más común despreciar al Eterno. 

En esta misma porción, leemos asimismo otra petición concedida, y es la de Moisés, cuando el Eterno le dice que haría de él una gran nación (14:12), y Moshé le pide el 14:19: “Te ruego perdones la iniquidad de este pueblo, de acuerdo con la grandeza de tu misericordia, así como fuiste indulgente con este pueblo desde Egipto hasta aquí.”. ¿cuál fue la diferencia entonces entre una petición y otra? Moshé no pidió para satisfacer su ego, sus pasiones, sus emociones, buscó que la voluntad del Eterno manifestada desde Abraham fuera cumplida. Si no había Israel, dicha promesa no sería cumplida. Por otra parte, se acerco al Eterno de manera muy sabia y con mucho respeto, recordando que Él es bueno, es misericordioso y que actúa en justicia. 

La fuente de todo lo bueno viene de Hashem, dice Tehilim 81:11 “Yo soy el Eterno, Tu Dios, Quien te hizo salir de la tierra de Egipto. Abre ampliamente tu boca y Yo la llenaré” pero para ello debemos acercarnos a él, ¿estamos listos para presentarnos delante del Eterno? Recuerda lo que dice Mishle 28:9 “Quien se niega a escuchar (obedecer) la Torá, sus plegarias son también una abominación”. Es decir, debe haber una integración entre nuestras acciones y peticiones, porque cuando seguimos la Torá sabremos qué pedir, cómo pedir y cuándo pedir. 

Hoy en día, tenemos tres tipos de plegarias, una es acciones de gracias, otra son las oraciones de alabanza y por último tenemos las oraciones en donde pedimos por nuestras necesidades diarias. No debemos sobre materializar ni sobre espiritualizar nuestras oraciones, como dice Pirkei Avot 3:17 “Si no hay pan, no hay Torá” aunque también está escrito en Devarim 8:3 “Por esto te afligió y te dejó padecer hambre; te hizo comer el maná, que tú no habías conocido ni lo conocieron tus padres; para hacerte saber que no sólo de pan vive el hombre, sino que de todo lo que sale de la boca del Eterno, de esto vive el hombre.” Por lo tanto, debe existir un equilibrio entre ambas peticiones, que son válidas. 

Dice el rabino Abraham Joshua Heschel que con la oración nos hacemos comunicables con Dios, “La oración es una emanación de lo más precioso que hay en nosotros hacia Él, la efusión del corazón ante Él. No es una relación entre persona y persona, entre sujeto y sujeto, sino un esfuerzo por convertirse en el objeto de Su pensamiento.” Continúa diciendo “La oración es una respuesta a Dios: “Aquí estoy yo. Y este es el registro de mis días. Mira en mi corazón, en mis esperanzas y en mis arrepentimientos ….. la oración nunca termina, porque la fe nos dota de un anhelo audaz de que Él se acerque a nosotros y se nos acerque como un padre, no solo como un gobernante; El propósito de la oración es llamar Su atención, ser escuchado, ser entendido por Él; no para conocerlo sino para ser conocido por Él.”

En otras palabras, cuando oramos, unificamos el Cielo con la Tierra, es decir, unimos nuestra conciencia con nuestro cuerpo, a tal punto como dice Tehilim 35:10 “Todos mis huesos dirán: ‘Señor, ¿quién como tú…?”  en este punto nuestra oración no sólo es rezada por nuestra alma, sino por todo nuestro ser, es decir, cuerpo y alma. Yeshúa dijo: “Pero tú, cuando te pongas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto. Así tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará. Y al orar, no hablen solo por hablar como hacen los gentiles, porque ellos se imaginan que serán escuchados por sus muchas palabras. No sean como ellos, porque su Padre sabe lo que ustedes necesitan antes de que se lo pidan.”

Cuando hablas a solas con Dios, ¿qué pides? ¿unificas el Cielo con la Tierra? Dios es nuestro Padre, ¿necesitas ayuda? ¿necesitas ser salvado de una situación dolorosa, una enfermedad o un problema económico? ¿estás lidiando con un vicio o adicción? ¿necesitas ser sacado del pozo de la desesperación y angustia? Te pregunto, ¿qué esperas para hablar con las entrañas y con tus huesos con nuestro Avinu Malekeinu (nuestro Padre y Rey)? ¿cómo puedes presentarte delante de Él? Simple, con justicia, amando la misericordia y siendo humilde delante del Eterno. (Miqueas 6:6-8), los hijos de Coré en el salmo 42 lo expresan de manera tan hermosa su petición, la cual es mi oración día a día: “Esta es la oración al Dios de mi vida: que de día el Señor mande su amor, y de noche su canto me acompañe.”, creo que esto necesitamos para vivir plenamente. 

Shabbat Shalom

Mauricio Quintero 


[1] https://dictionary.apa.org/passion