Elevándote Para un Nuevo Ciclo


Rosh Hashaná (רֹאשׁ הַשָּׁנָה) es un día conmemorativo durante el cual Dios nos da la oportunidad de elevarnos. No debemos confundir Rosh Hashaná (literalmente, la cabeza del año) con el primero de Nisán, que nuestro Creador llama el primer mes del año. ¿Por qué Dios permite que nos levantemos? Porque durante los próximos días hasta Yom Kippur (durante los llamados Yamim Norayim – días terribles – יָמִים נוֹרָאִים) podemos acercarnos a nuestro Creador a través de la intropección de nuestras acciones y pensamientos y finalmente a través de Teshuvá (תשובה). La teshuvá es un ciclo como el del agua, que es constante, comienza con la elevación de vapor, y regresa a la tierra como lluvia para nuevamente subir. Así como este ciclo del agua, es la teshuvá, debemos de practicarla. En esta época del año debemos iniciar una reflexión interna para todo el año.

La Torá también nos acerca a Dios, y debería ser como una canción para nosotros, como leemos Eitz Jaim en nuestro Sidur: “es un árbol de vida para quienes se aferran a ella”. ¿Qué es la Torá para nosotros? Es un instrumento que nos acerca al Eterno, para volver a Él, es decir, para hacer Teshuvá. Renovarnos es un proceso diario, y en Rosh Hashaná, cuando comienza el año religioso, aunque la Torá nos enseñe que es mejor no hacer votos, podemos atrevernos a tomar la resolución de estar en contacto más estrecho con el Todopoderoso. Asimismo, el sonido del Shofar (שׁוֹפָר) nos llama a la reflexión y a conectarnos con Él.

Algunos rabinos dicen que el Shofar está hecho con el cuerno de un animal muerto, lo que simboliza que debemos someter nuestra naturaleza animal para acercarnos al Bore Olam. Es mi deseo para todos ustedes, incluyéndome a mí mismo, que comencemos este nuevo ciclo con la determinación de ser mejores y de alcanzar el propósito para el que fuimos llamados.

Según nuestros sabios, celebramos tres días especiales en este Shabat: Yom Teruá (el sonido del Shofar יוֹם תְּרוּעָה), Yom Hazikaron (el Día del recuerdo – יוֹם הַזִּכָּרוֹן -) y Rosh Hashaná (el año nuevo que conmemora la creación del hombre). En Yom Teruá, la mitzvá más importante es “recordar que el Bore Olam es nuestro Rey”.
Decir que Bore Olam es nuestro Rey tiene dos implicaciones:
1- Somos sus siervos, es decir, vivimos bajo sus reglas, sus leyes, sus ordenanzas. Nosotros, como ciudadanos leales, podemos decidir seguir sus mandamientos o no, o convertirnos en ciudadanos rebeldes desobedeciendo. Ser leal es, como dice el rabino Percy, seguir los Diez Mandamientos o Principios y practicarlos; mientras que ser rebelde sería seguir las instrucciones de los hombres suplantando lo que el Eterno nos ha dado: Su Torá.
2- Como nuestro Juez, el Creador puede probarnos o juzgarnos. Ser probado no implica que Él mida cuánto sabemos o no sabemos, más bien implica revivir experiencias pasadas y al hacerlo, nos muestra cuánto hemos crecido y profundizado en la vida. Cuando caminamos con nuestro Creador, damos dos pasos hacia adelante y uno hacia atrás, donde la vida se convierte en una espiral ascendente.

En Yom Teruah, cuando escuchamos el Shofar es un llamado a despertar nuestra conciencia, a despertarnos del letargo, del sueño, de la comodidad, del desinterés, de la pereza o de la indiferencia. Y la conciencia a la que nos referimos es la de Irat HaShamayim, la conciencia de saber realmente cuál es nuestra posición con respecto a Dios, así como saber que somos especiales para Él.

Nuestros sabios dicen que en Yom Hazikaron recordamos los méritos de Abraham, Sara e Isaac. En Bereshit 21 y 22 el nombre de Dios, Elohim – אֱלֹהִים se repite en todos estos versículos: 21: 4, 21: 6, 21:12, 21:17; 21:19 -21; 21:23; 22: 1; 22:7. Desafortunadamente, la comprensión del atributo al que se refieren estos versos respecto al Eterno se pierde en la traducción. Elohim, como enseña el rabino Johnson, puede implicar: “El Dios más grande, dioses, poderosos, gobernantes o jueces”. Si lo aplicamos a estos versículos, parece como si el Todopoderoso estuviera “juzgando como Rey” en todas estas experiencias de vida a Abraham y a su familia, y vemos como al final Abraham recibe la aprobación de Dios cuando leemos en Bereshit 22:12 “porque ahora sé lo temeroso que eres de Dios, porque no me negaste a tu hijo, tu único,” y de manera “casual” Dios también proporciona un carnero, como decía Alejandro, un potencial Shofar, y gracias al mérito de Abraham, hoy estamos aquí.

En cuanto a Rosh Hashaná, en el idioma español, hay dos palabras muy similares en su escritura: “Miel y Hiel”. La miel es dulce, pero la hiel es amarga. Oramos para que de manera simbólica, nuestra manzana sea untada con miel y no con hiel, lo cual se logra siendo conscientes del temor a Dios. Este es un año agridulce para la comunidad, por la situación que todos conocen, pero tanto lo dulce como lo amargo viene de Dios, como está escrito en Job 2:10 “¿Qué? ¿recibiremos el bien de la mano de Dios, y no recibiremos el mal? Que el Eterno nos ayude a vigilar nuestra lengua para no pecar contra el Cielo.

Terminamos recordando una canción que habla de este doble sentimiento, Al Kol Eleh על כל אלה, cuando escuchamos:
“Toda abeja que trae miel necesita de un aguijón para estar completa
Y todos debemos aprender a saborear lo amargo con lo dulce.
No desarraigues lo que se ha plantado para que nuestra recompensa crezca
Que se cumpla nuestro deseo más querido: tráenos la paz, oh tráenos la paz “.

Shana Tova Umetukah, ¡Feliz y dulce año nuevo!