Esta semana leemos la porción de Emor. En resumen, se habla sobre los límites que deben de tener los sacerdotes, ya que al ejercer un rol especifico el cual es santo para el Eterno, su comportamiento, vestimenta, dieta, costumbres, manera de presentar sus ofrendas, servicio a Dios e integridad deben de ser distintos a los demás.
Luego de hablar de la santidad de los líderes y quienes ejercen una posición especial en el servicio a Dios, habla sobre la santificación del tiempo el cual es incluyente a todo Israel, es decir, se habla sobre los moedim o tiempos señalados que inicia con el Shabbat, Rosh Hashaná, Yom Kipur y los festivales de peregrinación como Pesaj, Shavuot y Sucot.
Posteriormente Dios ordena a los israelitas que traigan el aceite de oliva para encender la menorá del santuario. Se explican los ingredientes y la ubicación de las hogazas de pan del santuario. Finalmente, se dan las instrucciones contra la blasfemia, asesinato, mutilación o daño hacia el cuerpo el cual atañe a todo el pueblo.
Cuando se leen estos versos y capítulos, por momentos se vuelven pesados y sin sentido hasta cierto punto para nuestra época, debido a que, al no existir el templo, los sacrificios, y sentido sacerdotal se han perdido. Quisiera entonces referirme un poco a nuestra haftará nuevamente, no sin antes referirme a un escrito de Rab Shaul en 2 Corintios 1:20 “Porque todas las promesas de Dios son en Él Sí, y en Él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios”. Creo que Rab Shaul se inspiró en Habacuc cuando dice el verso: “Porque habrá otra visión para el tiempo señalado, y él hablará del fin, y no fallará; aunque tardare, espéralo, porque sin duda vendrá, no tardará”. (Habacuc 2:3)
Inicia la porción de la Haftará de la siguiente manera: “Pero los sacerdotes y los levitas, hijos de Sadoc, que tuvieron la guarda de mi santuario cuando los hijos de Israel se apartaron de mí, ellos se acercarán a mí para ministrarme, y estarán delante de mí para ofrecerme grosura y sangre, dice Adonai el Señor.”Luego comienza a definir las atribuciones del sacerdote descritas en Emor, como recordando las instrucciones que debían seguir como sacerdotes para ingresar al santuario y ofrecer su servicio a la mesa del Eterno (v. 16), cómo debían de vestir y para qué ocasión (v.17-19), su cuidado y apariencia personal (cabello- v. 20), no asociar el vino en el servicio a Dios (v. 21), les recuerda de cómo debe ser la elección para su esposa (V. 22), de cómo deben lidiar con los muertos (V.25-26), cómo deben administrar los korbanot y usarlos para su consumo personal (v. 27,29,30), les recuerda sobre qué tipo de alimento pueden consumir (v.31), les recuerda sobre las posesiones terrenales (V.28), y les añade un propósito de vida el cual es enseñar y juzgar (V.23 y 24) algo que se intuye que hacían en la Torá al ser líderes, pero no era explícitamente ordenado por el Eterno.
Así que, si analizamos un poco cómo fue el linaje sacerdotal desde su ordenamiento hasta su extinción, nos daremos cuenta de que hubo muchas violaciones en el tiempo a las instrucciones de la Torá referente al sacerdocio, y que, si bien era un privilegio “hereditario”, no implicaba que fuese Eterno, porque creo que la Torá se refiere más a las cualidades de Aaron, que realmente a un simple ADN transmitible.
Inicialmente Aaron fue instituido como sacerdote por orden del Eterno y de mano de Moisés (Exodo 28:1). Luego en Vayikrá capítulos 8 al 10 se describe cómo Aaron y sus hijos fueron ordenados como sacerdotes, sin embargo, Nadav y Abihu no tuvieron hijos (Bamidbar 2:4) quedando vivos sus hijos Eleazar e Itamar. Dios ordena a Moshé ceñirlos y darles el sacerdocio como estatuto perpetuo a ellos (Shemot 29:9).
Si vemos las cualidades de Aaron posiblemente no sería la persona más ideal para ejercer de sumo sacerdote, ya que las exigencias del puesto (santidad, honor, compromiso) no necesariamente eran cualidades natas de Aaron. Durante 83 años vivió escondido en Egipto; cuando sucedió el momento espiritual más grande de la historia mientras Dios se revelaba a Moshé en el Sinaí, fue coautor del pecado del becerro de Oro haciendo la recolecta de oro y joyas, construyendo el ídolo y permitiendo el bacanal de la celebración; calló durante el duelo por la pérdida de dos hijos; y habló mal de Moisés. Es decir, Aaron sin quitar mérito de que es un hombre grande en la fe, cometió errores, y desde su posición como líder. Sin embargo, en él había un espíritu distinto, y este era que el era un hombre de paz, y posiblemente este fue su mayor debilidad, por buscar la paz evitó conflictos que le llevaron a cometer errores.
Siendo pacificador, dice la biblia de él, que fue un vocero para Moshé frente a Paró, luego vemos que por mano de Aaron (grande emuná y bitajón) Dios obró 3 maravillas en Egipto: convertir su vara en serpiente y que se comiera a las de los egipcios; golpeó las aguas del Nilo para que se convirtiera en sangre e iniciar plaga de ranas; y golpeó la arena para iniciar la plaga de piojos. Sostuvo las manos de Moshé en Refidim mientras peleaban con Amalec. Luego de estas tres características de buscar la paz, no el provecho propio sino el de su prójimo y tener una gran Emuná, Dios decide que él y sus hijos sean elegidos para estar delante de Su Presencia ejerciendo el servicio, no para Dios, no para provecho de él y su familia, sino para ser el vínculo entre los vivos y muertos (Bamidbar 17:13), es decir, para servir al pueblo y ser este vínculo entre las personas espiritualmente muertas que desean acercarse al Eterno. Fue tal su mérito, que sus hijos heredaron esta asignación.
Eleazar lo sucede en el puesto ya que él era mayor que Itamar según leemos en bamidbar capitulo 20, y a la edad de 70 años según los midrashim, fue el primer sumo sacerdote que ejerció en la tierra de Israel durante el período de Josué ben Nun, y dice el libro de Yehoshua 24:33: “Y murió Eleazar hijo de Aarón, y lo sepultaron en el collado de Finees su hijo, que le fue dado en el monte de Efraín”. Posteriormente es sucedido por Pinjas quien había actuado como un zelote en el acontecimiento de las hijas de Midián. Pinjas era quién por aquel acto de valentía se le había dicho: “Por esta presente le concedo mi pacto de paz. Será para él y para sus descendientes después de él el pacto eterno del sacerdocio, porque tuvo celo por su Dios y expió a los israelitas.” (Bamidbar 25:13)
Pinjas recibe entonces un pacto especial de una cualidad que no poseía, shalom. Su instinto era como su antecesor Leví, quien mató a todo un pueblo, así que le dan una dosis de Shalom que su abuelo tenía en exceso para ejercer el rol del sacerdocio. Hasta antes de este acontecimiento Pinjás no era sacerdote. ¿Pueden imaginarse un sacerdote sin shalom? Sería como escuchar a un imán de ISIS o Hamás hablando hoy en día. Bueno, sin embargo, vemos que sus descendientes pierden el sumo sacerdocio y lo hereda Elí, hijo de Itamar. Acá no existe un conflicto, puesto que Elí era hijo de Itamar, hijo de Aaron y, por lo tanto, el pacto no había sido violado. Sin embargo, Pinjas posiblemente pierde la bienaventuranza de que su hijo Abisua lo herede como sumo sacerdote, ya sea porque no evitó que se perdiera la hija de Gedeón tras su voto apresurado, o por no haber recurrido a las herramientas de paz otorgadas por el Eterno en el pacto de paz para mediar en el incidente de la concubina de Givah (Leer libro de jueces) cuando estuvo por extinguirse la tribu de Benjamín.
Luego hereda la rama de Itamar el sumo sacerdocio a través de Elí, y este lo pierde, debido a su debilidad hacia sus hijos y haber permitido el sacrilegio de lo que la Torá enseña que debían guardar los sacerdotes. Es así de que, aunque Elí no vio el decaimiento de su línea sacerdotal, serán 4 generaciones posteriores que ven la desaparición de la línea de Itamar en el sacerdocio, cuando en tiempos de David, Abiatar trata de hacer sedición a Salomón apoyando la causa de Adonías (1 reyes 2:26-28) y es expulsado a Anatot, en la tribu de benjamín a “su heredad” fuera de Jerusalén. Es decir, él perdió no sólo el sumo sacerdocio, sino su línea sacerdotal, ¿por qué? Porque no heredó la cualidad de shalom, quebrantó el mandamiento de que Dios era su heredad y no buscó la paz para que Salomón ejerciera su reinado.
Es así, como aparece entonces Sadoc, cuando dice 1 reyes 2:35 “y en lugar de Abiatar puso el rey al sacerdote Sadoc.” Nuevamente retorna la línea sacerdotal a Eleazar, y a la casa de Pinjás. Lo interesante es que Tzadok (Justo) representa entonces un equilibrio, entre la paz (que en exceso es mala) y el celo por el Eterno (que en exceso es malo), siendo entonces aquel hombre que recibe el pacto de paz, el pacto Eterno y la firmeza que tenía Pinjás, perteneciendo a la novena línea de éste. El profete Ezequiel ensalza a su línea ya que era firme contra la idolatría, y lo ve como alguien integro y recto en el servicio al Eterno, celoso de la Tora, pero también ve en él la cualidad de bondad, amor y paz hacia las personas. ¿quién puede enseñar para que pueda alguien discernir? Sólo un hombre justo pero amoroso podría hacerlo. Es por ello de que es elegido para ministrar delante del Eterno.
Si vemos, realmente es el espíritu, el ADN espiritual además del físico que era necesario para mantenerse como sacerdote delante del Eterno. Según la historia, durante unos 600 años perduró el sacerdocio de Tzadok hasta que llegaron los Hasmoneos, descendientes de los Macabeos, de quienes se decían eran descendientes de Joiarib, y por lo tanto tenían derecho a ocupar el cargo. Sin embargo, en la decadencia del segundo templo a la sucesión de Aristóbulo III (cuñado de Herodes I, un edomita) fue puesto un egipcio llamado Hananel, y luego comenzaron a ocupar en el templo una serie de nombres por períodos cortos (4-10 años) y por gente que ni si quiera era judía el cargo de sumo sacerdote. Ellos ni en sueños cumplían los requisitos de linaje para ser sacerdotes y sumos sacerdotes, contaminando el templo y el servicio a Dios, ¿realmente había paz? ¿justicia? ¿Torá? Realmente ahora ya era un cargo político, instaurando por razones ajenas a su modelo inicial. Extinguiéndose este rol en el 83avo sumo sacerdote desde Aaron hasta Pinjas Ben Shmuel según Josefo relata (Libro IV la guerra Judía).
¿Qué tiene que ver toda esta historia con la Parasha? Bueno, lo primero es que en el corazón de Dios su deseo era que su pueblo se acercara a Él, lamentablemente no todos tienen la capacidad moral, espíritu ideal, y características adecuadas para presentarse delante de Él sin morir, ya que no todos están conscientes de quién es Dios. Es así de que nace en el corazón de Dios que hubieran personas que ejercieran el rol de acercarse a Él, a quienes los instruye de cómo deben acercarse, y ellos a su vez ejercerían el rol de maestros para que el pueblo supiera cómo presentarse delante de Dios y no morir. La promesa de Dios se mantuvo y se mantiene de que Aaron y sus descendientes heredarán el sacerdocio, pero hoy en día, por mucho que deseen comprobar, no existe un ADN puro que haga constar que son descendientes de Aaron, ya que sus restos no fueron preservados para hacer comprobación. Dios dijo que sus descendientes heredarían este privilegio a través de la línea de Tzadok. Entonces, ¿Quiénes son quienes ministrarán al pueblo? Aquellos que sigan la Torá, guarden el pacto de paz y sean justos.
Pienso que perderemos el tiempo pensando que tendremos sacerdotes “puros” en condición física si se instaura el tercer templo, puedo estar equivocado, pero son datos irrelevantes y manipulables ya que pueden obedecer a un interés político o económico y no realmente al espíritu que deben llevar los sacerdotes. Comencé diciendo que las promesas de Dios son en Él (en Dios mismo) amen, y que la visión, aunque tarde se cumplirá. Dios estableció sus normas para ser Eternas, sus estatus y juicios para siempre, y levantará sacerdotes para ejercer su servicio, para ser un vínculo de unión, de paz y bondad, y así reestablecer las cosas. Dios dijo de su pueblo que somos sacerdotes, así es, tu y yo lo somos, ¿qué estamos haciendo para reestablecer su reino en la tierra? Mi oración es que Dios nos permita ser portadores de paz, instrumentos de justicia, de bondad y misericordia y así, ser nuevamente el vínculo para que quienes deseen acercarse a Él, lo hagan con plena confianza.
Shabbat Shalom.
Mauricio Quintero