¿hay algo imposible para Dios?

Parece una respuesta muy simple y hasta burda, porque las personas tienen a decir a la ligera: “Sí, no hay nada imposible para Dios”, y se ha vuelto un cliché que carece de un significado real comprobado. En este caso, veamos dos realidades para un mismo problema: 

El proceso de lo descrito en el capítulo 11 inicia con una queja, cuando leemos “Y sucedió que el pueblo empezó a quejarse de su mala suerte a los oídos del Eterno”. Me pregunto: ¿realmente tenía mala suerte el pueblo? ¿a qué llamaban mala suerte? Todo este episodio comienza con una ilusión irreal porque dice que se quejaron de algo que sí tenían. Aparentemente esta queja fue desarrollada en el interior de sus hogares o en sus comunidades, y no fue publica a nivel social, porque leemos que Moisés hasta el verso 2 se da cuenta de lo que había hecho el pueblo cuando el pueblo le pide a Moises su oración para apagar el fuego Divino. Leemos en el verso 1: “y oyó el Eterno y se encendió su ira”, es decir, que fue el Eterno quién escuchó esta queja porque sus oídos están en todo lugar y en todo momento, y nos indica que su fuego consumió a los indignos.

Estos versos cuando se leen de una manera rápida se pueden pasar por desapercibido ciertas realidades del comportamiento humano. El hombre una vez recibe la bendición de la presencia de Dios manifestada en su protección, alimentación, cuidado, entre otras necesidades básicas humanas cubiertas, tiende a ser consumido por su deseo, el cual es un agujero sin fondo, y que a su vez es subjetivo – a veces demasiado-, porque como bien dice Jeremías 17:9 “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?”. Este pueblo cayó como cualquier otro ser humano en la historia, comenzando a desagradecer lo que da por hecho, o lo que piensa que por “derecho de ser Juan Camaney” le corresponde. ¡Cuántas personas he visto que entran con una actitud de prepotencia a cualquier lugar como si quienes le rodean deben hacerle una “venia” y deben mostrarse agradecidos de su presencia en ese lugar! El orgullo nace del egoísmo y este da el fruto de no vivir agradecidos. 

Esta falta de agradecimiento cuando elevamos nuestras expectativas en referencia a lo que recibo de Dios (que sabe lo mejor para mí) y entre mi subjetividad sobre lo que considero merecer y no he logrado, generan lo descrito por Yaakov en su carta, en el 4:1-3 “¿De dónde surgen las guerras y los conflictos entre ustedes? ¿No es precisamente de las pasiones que luchan dentro de ustedes mismos?  Desean algo y no lo consiguen. Matan y sienten envidia, y no pueden obtener lo que quieren. Riñen y se hacen la guerra. No tienen, porque no piden. Y, cuando piden, no reciben porque piden con malas intenciones, para satisfacer sus propias pasiones.”

Y este fue el siguiente nivel, pasamos de ser un pueblo (am) que va hacia lo recto (Israel) y aparece la chusma (אסַפְסֻף , asafsuf), que significa que son gente grosera o vulgar. Leemos que esta gente mezclada, llamada por los sabios de Israel como עֵרֶב רַב Erev Rav, fue “poseída” (pasión) por un fuerte antojo. Estamos claros que en el judaísmo no existe una posesión de espíritus como en occidente se cree, sino que lo que nos quiere decir la escritura es que el deseo de ellos se apoderó de su libre albedrío, y no tenían opción de elección, porque dejaron que su deseo tomara el control. Para ejemplificar esto, es como cuando un niño hace un berrinche por un juguete, al inicio desea el juguete y puede vivir sin él, pero luego el juguete se vuelve una obsesión y un fin, el deseo se apodera de él, provocándole que se tire en una tienda al suelo “poseído” por su deseo, y en este punto ni la razón, ni un castigo o la voz de un padre hace eco, porque en su deseo controla sus sentidos (no escucha, no ve, no siente, no percibe olores o gustos) y se centra como que su vida no tiene sentido sin el juguete que tanto desea. En este caso a esta multitud, le entro un deseo, que al leerlo en un inicio pensé que era la glotonería, pero luego descubrí que era otro. 

“Vayomeru mi ya’ajilenu basar”, ¿quién nos dará a comer carne? Si su deseo hubiese sido comer, que es una necesidad básica humana, me hace preguntarme: ¿acaso no había animales que se reproducían en 40 años para comer? ¿acaso el Eterno no les entregó el ganado de Egipto? ¿acaso cuando ofrecían korbanot no tenían derecho a una porción de carne? ¿acaso sólo recibían maná en el desierto? ¿no sería la pregunta correcta “queremos carne”? la pregunta de por sí encierra algo más, ¿quién me dará? 

¿Quién me dará?, nos da la idea de que lo que se desea es ser servido por otro de manera gratis por “merecer” sin trabajar por ello, y es una expresión de egoísmo y de lujuria. Dios había establecido un sistema de méritos a través del cumplimiento de los mandamientos, y el problema de esta multitud es que deseaba todo por “gracia”. ¿suena conocido? Este capricho al inicio nos indica que deseaban carne, luego pescado, y terminan con codornices, es decir, el problema no era la carne en sí, era su visión distorsionada acerca de reconocer quiénes son ellos y quién es Dios. Por ello el Eterno les llama indignos. Indigno es alguien que no merece un favor del Eterno, es no conocer mi posición frente a Él. Según ellos dicen que comían de balde en Egipto (v.11:5), ¿era cierto? Por supuesto que no. ¿no hay nada? (v.11:6) falso. Ya este deseo se hizo social y público, Moisés vio un berrinche en curso (11:10) que contaminó a la comunidad. 

La otra realidad que vemos sobre el mismo problema es la de Moisés como líder, cuando reclama a Dios sobre su imposición como líder, y comienza su queja igualmente. Vemos como el Lashon Hará afecta a toda la comunidad, incluso a los líderes. Dice en el 11:13 “¿De dónde conseguiré carne para dar a toda esta gente que está llorando sobre mí, diciendo: “danos carne que comamos”? definitivamente a la pregunta que hace el pueblo ¿quién? Aludía a los líderes. Pero algo que salva a Moisés es su humildad, cuando él reconoce (y debe haber tenido suficiente valor para dejarlo por escrito sus debilidades en un libro para las futuras generaciones) que no puede solo, que requiere ayuda, que le dice a Dios yo no deseo esta posición, no aparenta ser en este episodio como un “súper Moises”. Gracias a esta posición de humildad produce en otros el “ennoblecimiento” como dice el verso 11:17 “Y Yo descenderé y hablaré contigo allí, y les ennobleceréquitando una parte del espíritu que está sobre ti y poniéndolo en ellos”. Luego Moisés duda de la palabra del Eterno nuevamente según verso 21 y 22, a lo que el Eterno responde: ¿Será que el poder del Eterno es limitado?

Vemos posteriormente que Dios envía codornices para complacer el capricho, llenos que el pueblo tuvo un deseo tan fuerte que juntaron montones, y mientras comían, se encendió la ira del Eterno y fueron heridos. Aprendemos que cuando buscamos nuestras pasiones desordenadas de manera irracional, buscamos no lo mejor que el Eterno planea para nosotros que produce vida, sino que finalizamos con lo aparentemente bueno que finaliza mal, como dice Mishlei 14: 12 “Hay camino que al hombre le parece derecho; Pero su fin es camino de muerte”.

Al final vemos dos resultados, en el primero el de los orgullosos “Kivrot-Hataavá” (Tumba de los deseos) y el segundo, el de la humildad: “la conexión con Dios a través de la manifestación de la profecía” (11:25-30).

En Zacarías 4: 6 dice: “No será por la fuerza, ni por ningún poder, sino por mi Espíritu” Si observamos en nuestra historia de la parashá, vemos que no fue por la fuerza (capricho humano), no fue por ningún poder (liderazgo humano) sino que fue por su viento (11:31 Veruaj nasa me’et Adonay וְרוּחַ נָסַע מֵאֵת יְהוָה) que se manifestó, y dio a cada uno su merecido. Aunque el contexto de Zacarías puede ser interpretado de otra fora, fue claro para mí la manifestación de esta similitud. 

Para reflexionar, ¿vivimos agradecidos o quejándonos? ¿tenemos caprichos o necesidades? ¿estamos seguros y confiamos de que Dios nos da lo mejor para nuestro bien? ¿estamos conscientes de que Dios todo lo puede y que no hay nada imposible para Él? ¿cómo pedimos su bien, con orgullo o con humildad? Dijo Yeshúa en tres oportunidades No hay nada imposible para Dios (Marcos 10:27, Mateo 19:26, Lucas 1:37), que el Eterno nos ayude a vivir en paz agradeciendo la porción que Él nos da para nuestro bien. 

¡Shabbat Shalom!

Sr. Mauricio Quintero