La Queja Trae Consecuencias

Hoy en día estamos en la era en que toda la raza humana goza de privilegios gracias a la corriente de pensamiento humanista. Como todo en la vida, existen pros y contras. A favor de esta corriente tenemos que todos gozamos de los mismos valores y derechos como seres humanos como acceso al alimento, recibir un trato digno, educación igualitaria, acceso a salud, vivienda, vestimenta y a placeres cotidianos. Sin embargo, de la otra cara de la moneda, cuando existe un desbalance en sólo recibir derechos y no asumir responsabilidades, sea crea un caos. Este caos puedo observarlo muy bien en personas que trabajan para la economía en que vivo, El Salvador, que desean ganar bastante dinero sin mover un dedo, pensando que me hacen un favor al contratarlos, o que es su carisma, cara bonita, su ropa y no sus resultados lo que generará su retribución consecuente. Es así, que vivemos en mundo desbalanceado, en donde no se puede exigir un buen trabajo, que las personas lleguen en sus correspondientes horarios a trabajar, que respeten las instrucciones y jerarquías, y se agudiza el problema en los menores de 30 años, que por cierto, gozan de pésimos hábitos de comunicación, ya que se criaron en la era de la “exigencia”. 

¿A qué viene todo esto? No es una clase de antropología, humanismo o de sociología, es un espejo de la porción de nuestra Torá. Israel, un pueblo que recién había nacido en el mar rojo y, que según menciona la Torá en el capítulo 14:31, recién habían comenzado a creer en el Eterno y en su enviado, Moshé, como consecuencia de haber visto el gran poder que ejerció el Eterno sobre los egipcios, llegando a la conclusión de que lo que les había sucedido en su éxodo de Egipto hasta el desierto, es que “este Dios” estaba por encima de los dioses egipcios, de los elementos naturales, de la vida, la muerte, del mismo Paró y del ejército más poderoso de la tierra en aquella época. 

Pero no se si eran israelitas o salvadoreños, el punto es que su nivel de creencia aún era muy básico, venían de la idea de que existían “dioses separados con roles específicos”, y a pesar de que Boré Olam estaba aún encima de cualquier otro dios, la capa de idolatría no les permitía confiar de que Hashem es Único y Absoluto, de tal manera que los Israelitas comenzaron a dudar y a “probar” si el Todopoderoso era capaz de hacer una nueva acción cada día. Hoy en día, muchas personas adolecen de este mal, les gusta probar al Eterno como si fuera un aparato electrónico o sencillamente lo prueban para buscarle una falla, es decir, el Eterno me sanó de X enfermedad, ahora quiero ver si me puede dar un empleo, luego si me puede dar un carro, si puede mover el corazón de alguien para lograr un favor, etc. y al final perdemos la noción que Dios el Eterno es para siempre y no depende de nada ni de nadie para ser Dios. 

Es así como parecería que Israel dice: ya me salvó de las plagas, del ángel de la muerte, de la peste, de la oscuridad, del frío, de la esclavitud, de Paró y su ejército, de mis angustiadores …… pero ahora veamos si Dios me puede salvar de la sed y del hambre. Realmente estaban probando a Dios, aunque habían visto todas sus maravillas. A veces, tendemos a pensar que si estuviéramos en Egipto no nos comportaríamos así, pero realmente hubiésemos actuado igual, porque el ser humano tiene su tendencia dual de creer y dudar al mismo tiempo, de temer y de estar seguro, de agradecer y quejarse…. Me asombra que es el mismo pueblo que acaba de entonar una canción y que sus mujeres acaban de danzar con pandero en el capítulo 15, quienes en el capítulo 16 se quejan. 

Ahora, como la sociedad moderna, la queja es una necesidad creada. ¿Qué son las necesidades reales? Comer, respirar, dormir, hidratarse, convivir, vestirse, etc. ¿las necesidades creadas? Son necesidades reales distorsionadas, las cuales son caprichos que necesito por ejemplo comer, pero no puedo comer cualquier cosa, debe ser “algo acorde a mi nivel y gustos”; no puedo vestir cualquier cosa, debe ser de X o Y marca que satisfaga mi ego; así podríamos pasar hablando miles de ejemplos, pero retornando, el pueblo no tenía necesidades reales, dice Shemot 12:36 “Y el Eterno dio al pueblo gracia a los ojos de los egipcios, de manera que les prestaron lo que pedían, y despojaron a los egipcios”. Esto implicaba que habían sido indemnizados con ganado y aves (tenían carne), tenían comida (granos y frutas) y su primer queja es (16:3) “y les dijeron los hijos de Israel: Ojalá hubiéramos muerto a manos del Eterno en la tierra de Egipto, cuando estábamos sentados junto a la olla de carne, y cuando comíamos pan hasta hartamos; ¿por qué nos habéis sacado a este desierto para matar?”. Si leemos profundamente, se quejaban de un absurdo, y es tan absurda su queja y su deseo, a lo que llamaremos manipulación. Déjenme decirles algo, a Dios no se le puede manipular, Él todo lo sabe y conoce. ¿crees que con decirle a Dios mejor me hubieras matado le concederá sus caprichos? La manipulación no nos deja pensar, porque estamos tan enfocados en nuestro deseo egoísta, que perdemos la cordura y el pensamiento claro para tomar decisiones correctas. 

Dios es bueno, y como dice Ezequiel 18:23 “¿Acaso creen que me complace la muerte del malvado? ¿No quiero más bien que abandone su mala conducta y que viva? Yo, el Señor, lo afirmo.” Es claro el deseo de Dios hacia su pueblo, porque les envía en Maná milagrosamente para que recapaciten y hagan Teshuvá. Sin embargo, la teshuvá nunca apareció, porque leemos que recogieron el pan del Cielo, unos pensaron ser más inteligentes que Dios al recoger más y otros menos de la porción óptima para alimentarse, y no leemos que luego del “Man” el pueblo dio gracias a quienes pueden ver (Moshé y Aaron) y al Eterno. Todos guardan silencio, por lo que pienso que el silencio es en algunas ocasiones sinónimo de ingratitud. 

Después deciden tomarse unas “vacaciones ilusorias” en Refidim רְפִידִם (17:1) ya que su nombre da el indicativo de ser un lugar de soporte, apoyo o de descanso, es decir, llegaron a un lugar de tranquilidad. Ahora llega el momento de una necesidad real, y tienen sed. Sin embargo su manera de pedir es en tono de exigencia, ¿cuántos hoy en día exigen y no piden? La exigencia viene de la arrogancia y de la soberbia. Leemos en el 17:2 “Y el pueblo altercó con Moisés diciendo: ¡Dadnos agua para que bebamos!” y cuando se acompaña de manipulación se distorsiona el problema real: (17:3) ¿Por qué nos has hecho subir de Egipto para matamos de sed a  y a mis hijos y a mis ganados? A ver, paremos, ¿eran de ellos sus hijos y sus ganados? ¿Acaso no habían sido dados por el Eterno? ¿acaso no habían consagrado sus hijos al Eterno? Así que tenemos una fórmula peligrosa: “Desagradecimiento + manipulación + Ego= Queja” y esta queja trajo a este pueblo amargura. Quien se queja, normalmente hasta lo que se come y bebe le sabe mal. El rabino Avi Salem dice: “¿Qué pasó con el pueblo y por qué el agua se endulzaría con una rama si esta es amarga? La enseñanza que da D-os a Moshe y al pueblo es que el problema no era que el agua sabia amarga, sino que el pueblo era “amargo” y por eso, sabia así, por esta circunstancia D-os endulzó el agua con una rama amarga para decirle al pueblo de Israel que debían quitar su amargura y así el agua volvería a saber dulce.

Para finalizar, cuando aparece la queja, aparece Esav en forma de Amalek. ¿porqué? Porque la queja nace de Esav y cuando nos quejamos es como que permitimos que Esav piense que puede tomarnos la primogenitura a nosotros, retornemos a Bereshit 25:29-34 “Y cocinó Jacob un guisado; y vino Esaú del campo y (estaba) cansado. Y dijo Esaú a Jacob: llena mi boca, te ruego, de esta (lenteja) roja, que estoy cansado. Por eso, llamó su nombre Edom. Y dijo Jacob: Véndeme, como el día (claramente), tu primogenitura. Y dijo Esaú: He aquí que yo voy en camino de la muerte, y ¿para qué me sirve la primogenitura? Y dijo Jacob: Júrame como el día. Y él le juró, y vendió su primogenitura a Jacob. Y Jacob dio a Esaú pan y guisado de lentejas, y comió y bebió, se levantó y se fue; y despreció Esaú la primogenitura.” Claramente vemos los mismos elementos de Shemot: cansancio – queja – búsqueda de satisfacer exigiendo sus necesidades creadas – desagradecimiento (desprecio) – orgullo – amargura – arrogancia y soberbia- absurdos (ambos llaman a su estado comparable a la muerte). 

Esta queja los lleva a perder su cántico, su voz ante el Eterno, y por ello aparece Amalek, en Devarim 25:17-18 “Acuérdate de lo que te hizo Amalec en el camino, cuando salisteis de Egipto; de cómo te salió al encuentro en el camino e hirió a los rezagados entre los tuyos, a todos los débiles que se atrasaban estando tú sediento y cansado; y (Amalec) no tuvo temor de Dios”. Al perder su emuná, ahora Israel no sonaba como descendiente de Yaakov, sino como Esav. Y aparece Amalek para cobrar su afirmación de ser un “heredero justo”, es Israel quien comenzó a luchar por sus fuerzas, pero Moshé pudo discernir que era algo espiritual, Amalek nació de la falta de emuná, falta de temor al Cielo, falta de agradecimiento, y del cansancio. 

Hoy en día, debemos vivir agradecidos, no agotarnos al grado de cansancio porque nos hará tomar decisiones equivocadas, debemos vivir sin amarguras, pero sobre todo, evitar la queja. Si algo no nos parece, debemos crecer y madurar para decir: “esto Dios lo quiso así, es para mi bien”.

Deseo que este Shabbat podamos descansar y agradecer por lo bueno que es Hashem para con nosotros, que nuestra conciencia eleve una canción y no una queja. 

¡Shabbat Shalom!

Mauricio Quintero